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Reflexiones sobre comunicación tras el referendum griego

Grecia votó. Descartando la euforia o el catastrofismo con el que el resultado ha sido acogido por la comunidad internacional; y lo que conlleva o no la negativa griega, centrémonos en algunos aspectos interesantes del referéndum que pueden ayudarnos a extraer conclusiones que arrojen cierta luz en el ámbito de la comunicación.
  • Datos vs relato: Por más que se repita, Europa sigue sin relato. Mientas en Grecia, Siryza lo ha hecho muy bien. El poder de la narrativa de los partidos ha sido muy fuerte con conceptos como 'humillación', 'dignidad', 'orgullo', 'chantaje', entre otros. Este tipo de palabras tienen un contenido emocional muy potente que despiertan sentimientos en el electorado. El relato del 'no' (oxi) fue más fuerte, se esté o no de acuerdo con él. Mientras, desde Europa se continuaba utilizando un lenguaje técnico, lleno de datos y escenarios fiscales, muy difícil de comprender por el común de los mortales. Muchos pensaron que el hecho de que el referéndum tuviese lugar en medio de un corralito, podría influir mucho a favor del 'Sí, pero las diferencias entre una y otra postura finalmente no estuvieron tan reñidas como se presuponía.  
  • Ausencia de portavoces: La Unión Europea no ha tenido auténticos portavoces en Grecia. Sí, hubo políticos que votaron y pidieron el voto para el 'sí', pero el grueso del peso informativo se lo llevaban la Comisión Europea, el Eurogrupo y el gobierno alemán. Y todo ello desde Bruselas y Berlín, respectivamente. Algo lejano y que refuerza el marco de una Europa del norte, incapaz de acercarse a la periferia. Más aún si se compara con el liderazgo y carisma de Tsipras y Varoufakis que, aunque pueden gustar más o menos, tienen una comunicación más directa con sus ciudadanos (incluso el primer ministro se dirigió en dos ocasiones a los griegos a través de la tv pública). 
  • Europa no vende: Como comentó Borrell en el último congreso de ACOP en 2014, 'la paz ya no vende en Europa'. La Unión ya no tiene todo el atractivo que tenía décadas atrás. No es que no comunique, que lo hace. Pero el éxito de posiciones euro escépticas ha debilitado su relato. Aún más cuando es percibida como un ente lejano que asfixia a los ciudadanos con la exigencia de reformas que les hacen más difícil la vida. Esto preocupa, porque ya van varias décadas de ausencia de un relato que 'enganche' y más aún, que enganche en épocas de vacas flacas, cuando el desgaste de las instituciones es mayor. En este punto recomiendo la lectura del impacto de los populismos sobre este discurso. 
También podríamos hablar, pero ya desde una perspectiva española, de la polarización de los medios de comunicación, en los que el posicionamiento a favor o en contra del 'Sí' y el 'No' han sido clamorosas. Pero ese es otro tema. 
Desde Europa debería reflexionarse sobre lo sucedido. No por las consecuencias del 'No' y el nuevo panorama político-económico que se abre ahora. Sino de cómo volver a posicionarse como un proyecto común que ilusione. Algo que, a mi juicio, sigue siendo una realidad.

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