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¿Por qué el PSOE no acaba de arrancar?

Efe / J.J.Guillen
En su día, hace ya más de tres años, hablamos sobre por qué el PP no terminaba de arrancar en las encuestas de intención de voto. Aludíamos a la falta de propuestas para cambiar la situación de crisis en torno a la cual giraba su discurso. El mensaje era claramente negativo, incluso una vez había calado la idea entre el electorado de la complicada situación. Por aquel entonces, el PP era partido de oposición. Pasados unos meses comenzaron a hablar de soluciones y a hacer más positivo el discurso. Tenga o no algo que ver, el asunto es que acabaron ganando las elecciones tras una campaña de perfil bajo y con un tremendo desgaste del Gobierno saliente.
Pues bien, ahora es el PSOE el que está en la oposición y el que no arranca en las encuestas. Hace poco, El País publicaba una encuesta en la que por primera vez desde hace bastante tiempo, los socialistas parecían ponerse unas décimas por encima de los populares. Sin embargo, no aparece una tendencia clara de recuperación.
Varios son los motivos de este desgaste que también está sufriendo la oposición. Entre otras el deterioro institucional, la desconfianza generalizada en los políticos o la difícil tarea de un líder, Rubalcaba, que tiene muy complicado resultar creíble ante el electorado debido a su experiencia de gobierno durante la anterior legislatura. Pero independientemente de estos factores, vuelven a entrar en juego las características del discurso defendido por el PSOE.
Los socialistas han sido tradicionalmente un partido caracterizado por su capacidad para movilizar e ilusionar al electorado. Sin ir más lejos, Zapatero, por ejemplo, ganó el XXXV Congreso del PSOE con un mensaje esperanzador 'No estamos tan mal', le decía a sus compañeros de partido aludiendo al duro contexto interno de la organización. Claro está que no ganó por este mensaje, la política es mucho más que discursos y lo que se cuece en un congreso como aquel.
Hace unos días, por hacernos una idea, Rubalcaba comentaba 'que lo peor para muchos está aún por llegar' durante su intervención en el debate de los presupuestos generales del Estado. Vaya por delante que somos conscientes de los diferentes contextos en los que se desarrolla una y otra intervención, lo que queremos dar a entender al lector es el diferente talante entre uno y otro.
Al igual que en su momento le ocurría al PP, el PSOE debe ser consciente de que los españoles ya han asumido la dureza de los recortes del actual gobierno, como por aquellos entonces, los electores habían entendido la complejidad de la crisis en la que estamos inmersos. Pero ahora toca cambiar el discurso y volver a la esencia comunicativa de los socialistas, a su optimismo y a abogar por otra manera de hacer las cosas.
Los ciudadanos han asimilado el problema, ya quizá demasiado bien. Es momento de que comiencen a mostrar nuevas vías y soluciones para afrontar un futuro mejor. Recuperar esa esencia es una tarea compleja pero necesaria para que el PSOE vuelva a sentirse cómodo en su discurso. Sí, es cierto, también necesitará de alguien que critique de manera feroz. Pero esa persona, como ya demostraron Guerra, Blanco o el propio Rubalcaba deberá ser un segunda espada.
Al tiempo.

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